Chet Baker: La trompeta de la melancolia
05/06/2025

Chethan “Chet” Baker (1929–1988) es, sin duda, una de las figuras más importantes y controvertidas del jazz del siglo XX. Su trompeta susurrante y su voz melódica encarnaron el sonido “cool” de la costa oeste de Estados Unidos, al mismo tiempo que su vida personal —marcada por la adicción, los escándalos y una muerte prematura— construyó un mito trágico que ha perdurado durante generaciones. Sigue leyendo y recorreremos sus comienzos, su vertiginoso ascenso, las polémicas que le persiguieron, su renacer artístico y el legado que sigue inspirando a nuevos músicos.

Chet Baker

Primeros años y formación (1929–1952)

Nacido el 23 de diciembre de 1929 en Yale, Oklahoma, Chet creció en una familia de clase media: su padre trabajaba como ingeniero de ferrocarriles y su madre era maestra de escuela. Desde muy joven mostró una sensibilidad musical inusual para la trompeta, instrumento que comenzó a estudiar en la secundaria. Tras graduarse en 1946 se alistó en el ejército, donde permaneció hasta 1948. Fue allí donde afinó su técnica y empezó a desarrollar esa sonoridad íntima que lo caracterizaría.

En 1951, con 21 años, decidió trasladarse a Los Ángeles. Gracias al trombonista Bob Brookmeyer se introdujo en los clubes de jazz de la ciudad, tocando con músicos de la escena local y empapándose del floreciente “West Coast jazz”.

Chet Baker

El ascenso a la fama (1952–1956)

Su gran oportunidad llegó en 1952 al incorporarse al cuarteto de Gerry Mulligan Quartet. La química con el saxofonista y el pianista permitió grabaciones míticas como “My Funny Valentine”, donde la trompeta lánguida de Baker se desliza sobre armonías suaves, conquistando rápidamente al público.

Frente al bebop agresivo de la costa este, el sonido relajado de Chet definió el “cool jazz”. Su fraseo pausado, lleno de espacios y silencios, y su voz andrógina al cantar baladas crearon una nueva corriente sonora.

En 1954 publica Chet Baker Sings, su primer álbum como líder solista donde combina canciones románticas (“But Not for Me”, “I Fall in Love Too Easily”) con su delicada trompeta. El éxito le valió comparaciones con Frank Sinatra y catapultó su carrera como cantante e instrumentista.

Las luchas internas

A mediados de los años 50 comienza a consumir heroína, lo que dará origen a detenciones y estancias en clínicas de desintoxicación. Esta dependencia afectará tanto su fiabilidad en giras como su calidad interpretativa.

En febrero de 1966 en Ámsterdan, tras una disputa nocturna, Baker sufrió la pérdida de parte de sus dientes frontales. La reconstrucción de su embocadura le llevó más de un año de silencio en grabaciones y conciertos, y obligó a reinventar su técnica.

Entre finales de los 60 y principios de los 70 fue arrestado en Suecia, Holanda e Italia por posesión de drogas. Aunque muchos promotores dejaron de confiar en él, Baker siguió teniendo el apoyo de colegas como Lee Konitz y Archie Shepp.

Su vida amorosa estuvo marcada por relaciones apasionadas y destructivas. Se le vinculó con la escritora Ingrid Anne Jacobson, quien luego narró en un libro fragmentos de su convivencia, así como con varias cantantes de la época.

Chet Baker

Renacimiento artístico y últimas grabaciones (1970–1988)

Instalado en ciudades como Londres, París y Ámsterdam, Baker encuentra en los clubes europeos un público más indulgente y un refugio para su nueva etapa. En 1974 lanza She Was Too Good to Me, donde muestra un jazz más introspectivo y vulnerable.

Es aquí donde comienza a trabajar con pianistas de vanguardia —Paul Bley, Duke Jordan— y retoma el dúo con Lee Konitz en álbumes que exploran estándares desde perspectivas minimalistas.

Sus grabaciones tardías (Chet Baker in Tokyo, 1987) revelan un trompetista envejecido pero lleno de matices; cada nota trasmite esa melancolía acumulada durante décadas de triunfos y debacles, considerándose su etapa de madurez.

Chet Baker

Muerte y mito (1988)

“Chet Baker, Jazz Trumpeter, Dies at 59 in a Fall”

Entre las 2:00 y las 3:00 de la mañana del 13 de mayo de 1988, Chet Baker cayó desde la ventana de su habitación (segunda planta, nº 204) del Hotel Prins Hendrik de Ámsterdam. Durante la investigación se hallaron rastros de heroína y cocaína en la habitación, pero no indicios de forcejeo. La policía concluyó que fue un accidente posiblemente inducido por intoxicación, aunque nunca descartó por completo el suicidio ni teorías de ajuste de cuentas ligadas al narcotráfico. Su cuerpo apareció en la calle aledaña; la noticia sacudió a toda la comunidad jazzística de Europa y EE UU.

Su funeral en Los Ángeles congregó a músicos de todo el mundo y dio pie a numerosos homenajes.

Chet Baker
Placa connemorativa junto a la ventana desde la que cayó. Hotel Prins Hendrik, Ámsterdam.

Legado e influencia

  • En la música: su forma de cantar baladas sigue siendo referente para vocalistas de jazz y pop. La escuela “cool” se puede apreciar en artistas actuales como Diana Krall o Norah Jones.
  • En el cine y la literatura: la película Born to Be Blue (2015) y biografías como Deep in a Dream (2011) repasan su dualidad artística y trágica.
  • Reediciones y tributos: sellos como Blue Note o Verve mantienen viva su obra con ediciones remasterizadas, box sets y grabaciones inéditas.

Chet Baker

Algúnas anécdotas de su vida

Chet Baker, como buen personaje, llevó a sus espaldas una vida de idas y venidas. Para el recuerdo quedaron algunas anécdotas que compartir.

Durante sus primeros años con el Garry Mulligan Quartet, acostumbraba a llegar tarde incluso a las sesiones de grabación en un estado bastante reprochable debido a su adicción por la heronía, y con su trompeta en mal estado o sin afinar. Aún así, su toque sedoso y su musicalidad le permitió salir airoso de todas las sesiones.

Chet Baker

Fue en esta década de los 50, que Baker solía subirse al alféizar de la ventana de su apartamento en Los Ángeles para tocar “My Funny Valentine” a su vecina, una joven aspirante a actriz. Se cuenta que tras varias noches de esa “serenata clandestina”, ella acabó invitándole a cenar… y poco después pasó a ser parte de su grupo de amistades.

En 1955 durante una gira por la costa este, Baker y su banda llegaron a Atlantic City de madrugada y sin un lugar donde tocar. Un mánager local, aficionado al Jazz, les ofreció un trabajo en su club, tras amenazar al dueño del local disparando con una pistola al aire. El concierto fue un éxito rotundo, y le valío a Baker de un contrato durante varias semanas.

Cada vez que salía de gira, Chet Baker llevaba consigo un estuche improvisado con aspirinas, un paquete de cigarros, su trompeta, algunas partituras y según cuentan sus compañeros, una pequeña caja de cerillas para calentar sus utensilios para la heroína. Sus compañeros lamentaban aquel hábito, pero reconocían que sin él, Chet jamás habría tenido esa intensidad trágica que le caracterizaba.

Chet también tenía una costumbre, y era dejar en los camerinos colillas de sus cigarros junto a un papel con una frase manuscrita a modo de firma poética: “Entre el silencio y el sonido yace la verdad”. Hoy, esas notas se conservan como pequeños tesoros en colecciones privadas de fans del artista y el género.

Chet Baker

En 1966 tras la pelea en Ámsterdam en la que perdió los dientes frontales, Baker pasó varios meses practicando frente al espejo con prótesis dentales de plástico. Para entonces, el artista ya tocaba tan introspectivamente, que en su siguiente grabación en Suecia (1967) el productor tuvo que subir el volumen de la trompeta para capturar cada matiz de su renovada embocadura.

En los últimos momentos de su vida, durante su gira por Japón en 1987, Baker llegó a los conciertos sin trompeta, lamentando que la había dejado olvidada en el hotel. Más allá de una anécdota, pudo ser una leyenda en la que el club Blue Note de Tokio le prestó un instrumento de segunda mano, que según el propio artista “sonaba con más alma” que cualquier pieza de su colección.

Chet Baker

Una de las últimas imágenes del artista en 1988, en la que posó con su trompeta y una expresión desafiante. Cigarro en mano y exhalando el humo, como si buscara inspiración. Fue la última imagen profesional que se le tomó. Un hombre consumido por la adicción, pero aún capaz de conmover con su arte.


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